La Constitución francesa precisa que «la organización de la enseñanza pública gratuita y laica a todos los niveles es un deber del Estado». El sistema de enseñanza francés se apoya en principios generales, algunos de ellos inspirados en la Revolución Francesa de 1789, completados y precisados por un conjunto de textos legislativos elaborados desde el siglo XIX hasta nuestros días.